Miguel Tirado Rasso / Temas Centrales
2016-12-05
El PRI en los tiempos de sucesión
El Partido Revolucionario Institucional calienta motores con miras a las próximas jornadas electorales. En este sentido el domingo pasado llevó a cabo la renovación de su Consejo Político Nacional en un acto en el que, el líder nato de ese partido, el Presidente Enrique Peña Nieto, tomó protesta a los 731 nuevos integrantes de ese órgano colegiado, entre cuyas funciones destaca la selección del procedimiento para la postulación de los candidatos a cargos federales de elección popular, léase el candidato presidencial. Acto político, con varios propósitos.

Primera jugada presidencial con rumbo a la selección del candidato que ese partido habrá de postular en la carrera hacia Los Pinos, y oportunidad para mandar un mensaje de serenidad y paciencia, al estilo Kalimán, el personaje de la radio novela, a quienes, en el interior del PRI, se han mostrado inquietos, preocupados y hasta desesperados, ante los indiscutibles actos anticipados de campaña de algunos aspirantes, independientes y de otros partidos políticos, a la silla presidencial, que los están dejando rezagados en la carrera electoral de 2018.

Peña Nieto recomendó a sus correligionarios dejar a los demás partidos las “promociones anticipadas,” porque en la estrategia del revolucionario institucional, les señaló, primero será el plan y después el hombre, haciendo referencia a una frase célebre del entonces dirigente del tricolor, Jesús Reyes Heroles, en los tiempos de la sucesión para el sexenio 1976-1982, cuando este partido era una auténtica aplanadora electoral, la oposición era una invitada de piedra, el margen de maniobra del fiel de la balanza era amplísimo y su decisión incuestionable.

Sólo para el anecdotario. Aquella historia no terminó bien para D. Jesús, pues mientras él trabajaba en darle contenido a su propuesta y revisaba con los priistas el programa de gobierno, en un cine cercano a la secretaría de Gobernación, en Los Pinos se daba luz verde para el destape del candidato presidencial, con lo que, en aquella ocasión, una vez más, el hombre se habría de anteponer al programa.

Y es que si bien, el planteamiento de contar con un programa de gobierno antes de conocer a quién lo habrá de aplicar tiene sentido, en la práctica no resulta una propuesta fácil de llevar a cabo y menos en un sistema presidencialista como el nuestro. A fin de cuentas, la responsabilidad de las líneas de gobierno las determina, en gran parte, el Jefe del Ejecutivo y pudiera ser que quien asuma la presidencia no esté de acuerdo con un programa en el que, muy probablemente, no participó en su elaboración.

Nuestra historia política registra poca institucionalidad en programas de gobierno que, en no pocas ocasiones, desaparecen o se modifican, por razones políticas sin dar mayores explicaciones. La tendencia a reinventar sexenalmente nuestra historia, ha sido, precisamente, uno de nuestros graves defectos y, en gran parte, la causa de un desarrollo con inconsistencias. Si en teoría, suena bien pensar primero en el programa y luego en el hombre, en la práctica esto tiene sus asegunes.

Pero como estrategia para calmar ánimos y detener acelerados, sin tener que llamar al orden ni comprometerse en fechas, esta propuesta resulta efectiva.

El fiel de la balanza necesita ganar tiempo y tener el control total del proceso para la selección del candidato presidencial priista. Un tema que en otros tiempos resultaba menos complicado, para quien pronunciaba las palabras mayores y que ahora se presenta delicado, complejo y muy sensible, porque son otras y muy distintas las circunstancias que vive el país: la oposición se ha fortalecido, la competencia electoral está muy equilibrada, la alternancia es una realidad, el PRI, no atraviesa por sus mejores momentos y un destape a la antigüita, pudiera no ser la mejor fórmula para los tiempos actuales.

Porque, si bien, la unidad priista es manifiesta, hay barruntos de malestar interno, aunque todavía discreto y contenido por una disciplina institucional que los inhibe a hacerlo público. Pero de que hay focos amarillos, los hay. El líder nato del revolucionario institucional tendrá que tejer fino para resolver sin quebrantos ni damnificados la selección de su candidato, por bien del partido y de su proyecto futuro.
 
 
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