Miguel Tirado Rasso / Temas Centrales
2017-02-03
El muro es tema que exhibe a Trump
Aunque parezca increíble, Donald Trump apenas está por cumplir dos semanas en el cargo y, en tan sólo diez días hábiles, ha logrado irritar, poner en contra, o, por lo menos, decepcionar, a muchos que ven con preocupación a un presidente con gran poder y nula sensatez.

A un gobernante improvisado, pero impositivo, lleno de ocurrencias que ponen en riesgo la estabilidad y paz mundiales. A un personaje que utiliza como herramienta para su comunicación oficial, la vía de los mensajes de 140 caracteres y que gobierna con órdenes ejecutivas, que le han resultado muy a modo para hacer efectivas algunas de sus promesas de campaña.

Trump gobierna con el acelerador a fondo, lo que hace que muchas de sus decisiones resulten precipitadas y sin medir consecuencias. Algunas de sus órdenes ejecutivas, lejos de solucionar los problemas o acabar con las amenazas que él ve en contra de su país, le van a generar más y nuevos problemas, además de muchas antipatías en la comunidad internacional de naciones.

Con la mira puesta en nuestro país, el mandatario norteamericano insiste en un tema de campaña que le dio buen resultado entre sus electores. La construcción del muro en la frontera sur, va, afirmó, y al efecto suscribió la orden ejecutiva correspondiente, aunque en ella no pudo incluir la sentencia que tanto le gusta repetir, en su retórica de poderoso,” y lo van a pagar los mexicanos”.

Ese alarde de superioridad, que supone una rudeza innecesaria, le está representando un alto costo, ante un mundo que no entiende la necesidad del líder de la superpotencia por tratar de imponer su voluntad en algo a todas luces absurdo e improcedente. De ahí la indignación de varios países que descalifican sus amenazas hacia nuestro país, por lo que parece un capricho del ejecutivo norteamericano. Y es que, dada su personalidad, no cabe esperar rectificación a sus mentiras y ni moderación en sus balandronadas, así que seguramente seguirá insistiendo en el tema, hasta el final.

Conviene tener esto en claro, porque si bien, con todo lo oprobioso y agresivo, discriminatorio y xenofóbico que representa el muro, no se ve cómo podríamos impedir su construcción, obra que de hecho continuaría la que ya existe en la frontera y que representa una tercera parte de los 3000 kilómetros que nos separan de los EUA. Lo que no significa renunciar al intento de tratar de convencerlo (misión imposible), de lo innecesario, inútil y poco amistoso de un muro de contención, que no es lo mejor entre vecinos y socios históricos.

Pero ante su empecinamiento y para que su orgullo no se vea lastimado, en lo que toca a la construcción, Trump está en posibilidades de cumplir ese compromiso de campaña, que tanto le preocupa. Por eso la orden ejecutiva. En donde se le complicó el tema, es en cómo hacer que México pague su costo, como él lo ha estado repitiendo hasta el cansancio, cuando nuestro gobierno ha manifestado, de manera terminante, su negativa a pagarlo.

Supongo que el magnate inmobiliario, convertido en gobernante, nunca imaginó que su vecino, no el favorito, como es evidente, le iba a resultar respondón, al negarse a pagar su “gran muro”. Está claro que sus ocurrencias, que no propuestas serias, no resisten el más simple análisis ni son producto de algún plan estratégico ni derivan de una planeación. Por eso, ante lo inesperado, en este caso, la negativa de México, no hay salidas alternativas y se acude a improvisaciones desafortunadas.

Que si lo vamos a pagar, vía una arancel del 20 por ciento a las importaciones provenientes de nuestro país. Sólo que en este caso los que lo pagarían serían los contribuyentes norteamericanos. O a través de una reforma fiscal y una fórmula de impuestos sobre importaciones y exportaciones y créditos, fórmula complicada que no explican cómo.

Que si cobrando multas a las personas que ingresan ilegalmente a los EUA. El problema aquí, es que nuestros paisanos no tendrían con que pagar, pues precisamente cruzan la frontera para conseguir trabajo. Bueno, hasta la posibilidad de cargárselo a los cárteles de las drogas, pago que estarían haciendo, en realidad, los consumidores de allende el Bravo.

Y toda esta lluvia de ideas la expuso, nada menos que ¡el Jefe de Gabinete de la Casa Blanca!, Reince Priebus. Lo que muestra la calidad del equipo del primer círculo presidencial.

Pero hubo más, el fin de semana pasado. Por andar de provocador Donald Trump, el Presidente Enrique Peña Nieto, canceló su visita a la Unión Americana cuyo objetivo era reunirse con su homólogo estadounidense. La razón, un comentario tuitero que decía si no van a pagar el muro, no tiene caso la entrevista.

El presidente mexicano le tomó la palabra, y canceló la reunión. Algo inusual y menos esperado por parte del presidente de la mayor potencia mundial. Sería interesante saber cuántas veces un mandatario extranjero ha cancelado, por una razón semejante, una reunión con el presidente de los EUA. Un balde de agua helada, sin duda, para quien llevó como lema de campaña “Hagamos a EU grande otra vez”. Supongo que por eso se dio la llamada que, me gustaría pensar, haya sido a iniciativa del norteamericano.

Lo de la construcción del muro y a quién le toca pagar la factura, no es, ni por mucho, uno de los principales temas a tratar en la nueva relación con nuestro vecino, pero sí resulta simbólico por la arbitrariedad y lo autoritario, despótico e injusto que exhibe y describe la forma de ser y el estilo del ejecutivo norteamericano en el ejercicio de su cargo. Algo que debe poner en alerta al mundo entero.

El tema del muro, que tanto le funcionó para su consumo interno a Trump. Ha tenido mal impacto en el exterior. Ha llamado la atención mundial y provocado una reacción solidaria de varios países con México y una censura hacia la Casa Blanca. Por eso, el acuerdo de ya no hablar públicamente de este tema, sólo le conviene a los EUA, porque lo desgasta, pero no a nuestro país.
 
 
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