Miguel Tirado Rasso / Temas Centrales
2017-04-06
Una elección de pronóstico reservado
Aunque no lo parezca, apenas hasta el pasado lunes 3 del mes en curso, inició la etapa de campaña para la elección para gobernador en el estado de México. Bueno, al menos, formalmente de acuerdo a los tiempos aprobados por la autoridad electoral, porque de hecho algunos de los entonces llamados aspirantes, que no candidatos, estuvieron muy activos desde el momento en que sus partidos dieron luz verde a sus intenciones políticas para servir a su estado.

La que pudo aprovechar más ese tiempo extra oficial de campaña, y vaya que le redituó, fue la candidata de Morena, Delfina Gómez. A finales de noviembre del año pasado Martí Batres la destapó y en los primeros días de diciembre, el dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador, oficializó su postulación como candidata al gobierno mexiquense.

A partir de entonces, dirigente y aspirante iniciaron, en mancuerna, su ante precampaña. Delfina para la gubernatura, como candidata única y el tabasqueño, para el 2018, también como único candidato. Habría que señalar, sin embargo, que desde el mes de julio de 2016, López Obrador ya había iniciado giras por la entidad con ella, en ese momento, como promotora de la soberanía nacional de Morena. Así que se podría decir, que esta candidata lleva, prácticamente, ocho meses en campaña.

El candidato del PRI, Alfredo del Mazo, tampoco perdió el tiempo. Desde que pidió licencia como diputado federal, el 26 de enero pasado, para buscar la candidatura de su partido para el gobierno del Estado de México, arrancó su actividad proselitista. Desde ese momento, nadie dudó que él sería el candidato, así que, sin competencia interna, tuvo dos meses extra de campaña en los que se desbordó un considerable apoyo de diversas instancias.

La candidata panista, Josefina Vázquez Mota, contó con menos tiempo adicional de campaña, pues no fue sino hasta mediados del mes de febrero en que, finalmente, la ex candidata presidencial decidió contender por la gubernatura, aceptando la invitación que, tiempo atrás, le había formulado el dirigente de su partido, Ricardo Anaya. Y, si bien, esto la colocó como la candidata indiscutible, todavía tardó un tiempo antes de que uno de sus competidores desistiera en su intento de obstaculizar su candidatura. Ahora bien, aunque como precandidata su campaña fue corta, su nombre y su posible candidatura, estuvieron presentes en el ambiente mexiquense, siempre con una amplia exposición en los medios, desde finales del año pasado.

En el caso del PRD, sus inoportunos enfrentamientos internos, fueron difiriendo, hasta el último momento, el tema de la postulación de su candidato. A Juan Zepeda, reconocido como candidato oficial el 16 de marzo pasado, sólo le dio tiempo para registrarse como tal ante la autoridad electoral y dar algunas entrevistas a los medios de información. Para colmo, este candidato es el menos conocido de los cuatro.

Ahora los candidatos mencionados contarán con el mismo tiempo, poco menos de dos meses, para convencer a los electores mexiquenses que sus propuestas, experiencia, trayectoria política y preparación los hacen ser la mejor opción para gobernar el estado. Participan también otros candidatos, unos independientes y de otros partidos, pero con nulas posibilidades.

Esta elección pinta como no apta para cardíacos. Las encuestas publicadas por algunos medios han mostrado, casi todas, arriba al candidato del tricolor, aunque en algunas en empate técnico con las candidatas del PAN y Morena y, en otras, con una ligera ventaja. El segundo lugar, según estas encuestas, se lo alternan Josefina y Delfina, pero cerca del puntero, quizás demasiado, lo que no ha de dejar dormir tranquilo a del Mazo. El candidato del PRD, aparece siempre en cuarto lugar.

Todo hace ver que la elección se resolverá en tercios, por lo que cualquier estrategia que logre atraer a los simpatizantes de otros candidatos, como en el caso de Juan Zepeda del Sol Azteca, podría definir al ganador. Para el partido en el poder, una derrota en este estado tendría graves repercusiones, para los otros partidos solo significaría una lamentable frustración.
 
 
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