Jorge Herrera Valenzuela / Ráfaga
2017-07-06
Guadalajara en un llano, México en una laguna
Cada año durante la temporada de lluvias, la Capital del País parece retornar a su origen, a los días en que los aztecas llegaron, procedentes de Aztlán y se detuvieron en medio de un gran lago, donde encontraron, como su dios les indicó, una águila posada sobre un nopal, devorando una serpiente. Tenochtitlán era una gigantesca laguna, que sería la cimiente de la Ciudad de México. Hoy, como ocurre desde décadas, la naturaleza castiga a miles de habitantes al producirse las inundaciones. Se pierden vidas, quedan destruidas viviendas, muchos vehículos resultan averiados y, en pocas palabras, se altera la vida cotidiana.

El problema de calles inundadas, grandes avenidas de agua en los poblados circunvecinos al antiguo Distrito Federal, alcanza a muchos de los municipios mexiquenses enclavados en el Valle de México-Texcoco, entre los cuales destacan Naucalpan de Juárez y Ecatepec de Morelos. Los gobiernos de la Capital del País y del Estado de México constituyeron, desde hace muchos años, una Comisión Metropolitana, supuestamente para resolver los problemas que afectan a los vecinos de ambas entidades. El de los estragos que causan las torrenciales lluvias, solo es atendido cuando se producen las precipitaciones pluviales.

Cierto es que junto a la burocrática actuación gubernamental, está la nula cultura de los mexicanos para entender que no deben de arrojar la basura a la calle. No nos importa que los deshechos de papel, las sobras de comida, las llantas de hule y hasta muebles, se vayan por las coladeras o caigan a los ríos abiertos. Es frecuente ver los montones de basura en las calles, junto a los postes, en las afueras de los mercados de zona, lo que además propicia enfermedades por la descomposición de frutas, verduras y alimentos que dejan los irresponsables.

Las autoridades en primer término señalan como culpables de la obstrucción en las cañerías, a hombres y mujeres que arrojan la basura, lo que, reitero, está fundamentado. Pero, el pero que nunca falta, tanto en la Ciudad de México como en el vecino Estado de México, los funcionarios juegan a lanzarse la pelotita de un lado a otro. Por supuesto el gobernador Eruviel Ávila Villegas señala al presidente municipal y éste a los responsables de la correspondiente oficina o área. Miguel Ángel Mancera Espinoza mira hacia los delegados políticos, quienes responsabilizan a los de Limpia y Transportes, sí es que así se denomina la oficina.

Entre paréntesis, recuerde estimado lector, que tanto Mancera Espinoza como Ávila Villegas tiene como misión prioritaria impulsar su campaña para ser candidatos presidenciales. Uno del PRI y el otro sigue coqueteando con el PRD, al cual no se afilia. No podemos olvidar que Eruviel está disfrutando su segunda luna de miel. Mientras tanto las inundaciones a la orden del día en el Valle de México-Texcoco. Como dice el cronista Armando Ramírez, “total, que tanto, es tantito”

La negligencia, la displicencia, la irresponsabilidad es manifiesta en las delegaciones políticas, como es el caso de Iztacalco, donde los barrenderos hace unos meses fueron obligados a comprar sus escobas de vara para barrer las calles, porque “en la oficina nos dijeron que no hay presupuesto” y se quejan de que “los vecinos acusan de que no cumplimos con nuestro trabajo y el jefe nos castiga con reportes”. En los municipios conurbados se repite la historia, con la agravante de que como la basura es muy buen negocio, surgen otros problemas intergremiales que por hoy no habré de mencionar.

La tarea de los gobiernos para evitar las inundaciones o disminuir los estragos, tiene dos puntos esenciales: realizar una campaña informativa y de motivación para que la gente “ponga la basura en su lugar”, sobre todo dirigida a los niños, porque ellos “educan” a sus papás para no tirar papeles, plásticos o envases desechables en la vía pública. El otro aspecto es que las áreas correspondientes, de los gobiernos, procedan durante todo el año, mediante programas calendarizados, a limpiar el drenaje y no esperar hasta unas horas de que se inicia la temporada de lluvias.

Mientras tanto, alegrémonos el día y recordemos las notas de la popular canción “Guadalajara en un llano, México en una laguna” y nos comemos unas tunas.

PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿Aceptarían participar los profesores de educación primaria, en la noble tarea de educarnos, para que mantengamos limpias las calles, avenidas, circuitos viales, camellones?

jherrerav@live.com.mx


 
 
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