Jorge Herrera Valenzuela / Ráfaga
2025-03-01
Una versátil estrella, siempre fulgurante
La tapatía Toya Gutiérrez, debutó en una carpa como cantante e intérprete de boleros. Con su gran talento, conquistó los escenarios de los teatros más importantes y logró grandes triunfos en la Ciudad de México. María Victoria, como la conoció el público, es una de las figuras más admiradas del medio artístico, con una carrera que abarca más de 70 años. Nació en Guadalajara, y desde joven mostró su pasión por el canto, convirtiéndose en una de las voces más queridas por los mexicanos.

A lo largo de su carrera, María Victoria fue reconocida por su estilo único y su presencia en el escenario. Como actriz, interpretó papeles memorables como Paquita Pérez e Inocencia, personajes que le ganaron el cariño de la audiencia. En el cine y la televisión, su fama creció con éxitos como "La Criada Bien Criada", serie que la consolidó en la pantalla chica y la convirtió en un referente de la televisión mexicana. Su trabajo incansable y su capacidad para conectar con el público la hicieron eterna en el corazón de los mexicanos.

María Victoria no solo fue una estrella en el cine, teatro y televisión, sino también una figura entrañable que logró mantener su popularidad durante más de siete décadas. Su legado en la cultura mexicana perdura, con canciones como "La Sirena de México" y su destacada participación en películas que marcaron una era. A lo largo de su vida, María Victoria recibió numerosos premios y reconocimientos, pero su mayor premio siempre fue el cariño de su público, que sigue disfrutando de su arte incluso después de su partida.

En el medio artístico cada actriz, actor, cantante, compositor, tiene su historia ligada al personaje que interpretan o a una composición musical, así como a detalles de su origen. En los años treinta, cuarenta y cincuenta del pasado Siglo XX surgieron mujeres y hombres de las carpas, que al paso del tiempo se consagraron en los escenarios teatrales, en los sets cinematográficos y en la segunda mitad de esa centuria, grabaron su actuación en los estudios televisivos. Suele ocurrir que quienes están dotados de facultades para actuar, cantar, bailar, al igual que los deportistas, los toreros, los escritores, tienen origen en familias de escasos recursos, aunque los hay que heredan a los padres o siguen la ruta de los abuelos, así como los de una clase media o de familias con recursos.

DE LA PERLA TAPATÍA

Conocí personalmente en los años ochenta a una mujer que había alcanzado no solo la fama, sino reconocimientos y disfrutaba del cariño popular. Su nombre figuraba en las marquesinas de teatros y cines. Era una auténtica estrella como cantante, intérprete de boleros. Como actriz y comediante personificó el papel de sirvienta, empleada doméstica, “gata”, que muchas estrellas rechazaron. Triunfal carrera como intérprete de boleros. María Victoria tiene un historial de 1940 a 2013, ¡73 Años! en el medio artístico. Respetada, admirada y galardonada. Llegó a la Capital Mexicana cuando apenas rebasaba los 16 años de edad. Procedía de ese semillero de artistas, Guadalajara, la cuna de actrices, actores, compositores, cantantes y bellezas coronadas como Miss Universo. Se llama María Victoria Gutiérrez Cervantes. La admiramos al solo escuchar su nombre artístico, María Victoria.

Imaginen que la jovencita tenía como aspiración ser costurera. ¿Por qué elegir ese oficio? Su papá, don Leovigildo Gutiérrez Pérez, era sastre y diseñador de ropa para hombres. Doña Maura Cervantes Prieto, su mamá, una sencilla ama de casa. La familia sino carecía de lo indispensable, los esposos, Leovigildo y Maura, pasaban penurias para sostener a sus hijos Julio, Martín, José, Esperanza, Elvira y María Victoria, la que nada más estudió primero de primaria, según sus biógrafos. Sus hermanas incursionaron el ambiente. Esperanza estudió baile y trabajó como segunda tiple, mientras que Elvira dedicó su tiempo a cantar. No se sabe que hayan continuado. La familia Gutiérrez Cervantes se trasladó a la Ciudad de México. Por sus relaciones, don Leovigildo conoció a gente de las carpas y decidió solicitar una prueba para su hija María Victoria, con dotes para cantar y logró un trabajo con sueldo de tres pesos, mismos que aportó para el sostenimiento de la casa.

TOYA GUTIÉRREZ AL ESCENARIO

Fue nada más ni nada menos que el compositor y director de orquesta Luis Arcaraz, quien la llevó, para participar, al espectáculo del conocido ventrílocuo, Paco Miller. Me enteré que nuestra querida María Victoria, fue presentada con el nombre de Toya Gutiérrez. Saltaron sus aptitudes para el canto. Pisó escenarios carperos, entre otros el de Las Mil y Una Noche. Su éxito estaba garantizado, el destino la llevó, a sus 17 años, al más elegante centro nocturno del Distrito Federal, ahí donde acudía la alta sociedad, los políticos de moda, la gente “de relumbrón”, El Patio, en la calle de Atenas, a unos pasos del Reloj Chino, cerca del edificio de la Secretaría de Gobernación. Don Vicente Miranda, un empresario visionario y muy humano, decidió contratar a la joven tapatía. Los colegas, del inigualable promotor de artistas, le decían que no presentara a “la carpera”. Sin duda que don Vicente, a quien agradecí sus invitaciones para asistir al debut de estrellas, tenía muy buen ojo. Lo recuerdo, porque fue él quien le abrió las puertas a otra jovencita, la argentina Rosita Quintana, recomendada por Jorge Negrete.

DESLUMBRANTE Y ESCULTURAL

La guadalajareña nacida el 26 de febrero de 1927, veinticinco años después alcanzaría los primeros triunfos e imponía un estilo muy personal no solo por su forma de interpretar los boleros, sino por sus vestidos ajustados, entallados, a su escultural cuerpo, una cinturita cautivadora y “los pujiditos” al deslizar su voz frente al micrófono. Para principios de la década de los años cincuenta, el nombre de María Victoria era muy familiar. El público la aplaudía a rabiar, en el Teatro Margo que después sería y fue conocido como Teatro Blanquita, ahí en la prolongación de San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas. Su dueña original la gran Margo Su. La cantante, guapa, esbelta, hacía que en ese teatro y donde se presentara, no quedara una butaca vacía. Triunfo arrollador. Su fama traspasó las fronteras y llegó hasta los países sudamericanos. Sus discos, de 78 y de 33 revoluciones, se agotaban al igual que los álbumes. Bien, pero, el pero que nunca falta. El Regente de Hierro, el sonorense Ernesto P. Uruchurtu, como dice el populacho, “se pasó de tueste”. No solo ordenó cerrar el Teatro Margo, ¡no!, dictó el acuerdo de derrumbarlo, demolerlo. ¿Por qué la terminante disposición del Jefe del Departamento del Distrito Federal? Lea usted la razón uruchurtiana: “En ese lugar se presentan espectáculos corrientes, vulgares y de peladaje”. En el oficio no aparecieron esas palabras, pero, las dio a conocer Radio Pasillo. En el documento oficial quedó señalado que el teatro no garantizaba la seguridad de las personas que asistían a las funciones. En 1960 la nueva construcción recibió otro nombre, Teatro Blanquita, en honor de Blanca Eva Cervantes, cuñada de Margo Su, quien estuvo casada con el empresario carpero y teatral, Félix Cervantes. En 2015 se bajó el telón. El teatro está abandonado.

Se nos acabaron los teatros de revista, cuyo espectáculo reunía a cancioneras, cantantes, cómicos, actores que escenifican sketches de crítica, de sátira. Tin Tán y su Carnal Marcelo, Clavillazo, Resortes, El Güero Castro y su pariente El Bigotón Castro, Borolas, divertían con sus rutinas. Corona y Arau bailarines de Tap, Los Yorsy. Rocanrolera estrella, Gloria Ríos. Muchos y muchas más, sin olvidar a Los Tríos: Los Panchos, Los Diamantes, Los Tres Ases, Los Tres Caballeros, Los Dandys, Las Hermanas Águila, Las Hermanas Huerta, Las Hermanas Velázquez. En fin, de esa larga lista hubo quienes acompañaron a María Victoria, en los Teatros Iris (hoy Teatro de la Ciudad de México y único en activo), Lírico y Cervantes. También el Teatro Arbeu. Desaparecieron al igual que el Teatro Tivolí, donde una de las más famosas por sus bailes fue Yolanda Montes, Tongolele, quien recién falleció a sus 93 años. Actuó en el Teatro Follies Bergere.

CONSAGRADA COMO ACTRIZ

Siempre ocurre. Todas y todos quieren llegar al estrellato. Cuando menos lo imaginan, llegan a la cumbre. Reciben el reconocimiento del público. La lluvia de aplausos parece interminable. Se transforma la vida del artista. La popularidad de María Victoria llegó a sus 27 años de edad. Se convirtió en la consentida del espectador. La idolatraban. María Victoria es uno de esos personajes y ascendió a lo más alto, al dar vida a dos modestas sirvientas. El papel le fue ofrecido, después de que varias actrices lo rechazaron, argumentaron que “hacerla de gata” no era meritorio. Uno de los prestigiados directores en la época del Oro del Cine Mexicano, el capitalino nacido en 1917, Ismael Rodríguez Ruelas, encaminó a los pasos de la tapatía, en febrero de 1954 cuando Ismael la dirigió, por primera vez, triunfando en la pantalla grande. En el medio artístico los cronistas, los reporteros redactores, los columnistas, la llamaban La Sirena de México, La Sirena que canta y La Morenaza Mexicana. Lo de sirena por sus vestidos de fuertes y brillantes colores, le cubrían hasta los pies y las curvas de su cuerpo reflejaban belleza acuática. En los scripts de reparto, surgen la inolvidable Inocencia Concepción Lourdes Escarabarzaleta de la Barquera y Dávalos Pandeada Derecha, a la que sus patrones conocerán simplemente como, Inocencia. También recibirá el aplauso como Paquita Pérez. La atractiva doméstica le rompe el corazón a su patrón, pero ella no hace el menor caso. Tiene otros enamorados, un panadero y un barrendero. Los enredos jocosos de Paquita, atraen a los cinéfilos. Gozan con la actuación de estrellas como Carlos Orellana, Luis Beristaín, Oscar Ortiz de Pinedo, Carlos Riquelme y Rosario Gálvez.

“Inocencia” confirmaría su categoría de actriz al protagonizar en 1971 su segundo éxito en las pantallas grandes, la serie de televisión La Criada Bien Criada fue llevada a los sets, con un reparto estelar: Guillermo Rivas, “El Borras”, Arturo “El Bigot

ón Castro”, Juan José Yadán, José María Linares-Rivas y la inolvidable comediante, Ofelia Lazo.

María Victoria es una de las artistas más veneradas. Cuando sus admiradores se le acercan en los teatros o en la calle, su cara angelical no ha cambiado en absoluto. Y si de haber vivido entre tres generaciones se trata, su fama ha alcanzado al público joven de la actualidad. Larga vida, María Victoria.
 
 
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