Óscar Oliver / Entretelón político |
2023-12-11 |
Gobierno opaco |
Las denuncias por tráfico de influencias de Andrés López Beltrán no son nuevas, desde mayo de este año el equipo de investigación de Latinus documentó que amigos del hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, han sido beneficiados con contratos gubernamentales millonarios a través de prácticas de simulación de competencia en licitaciones públicas. En días recientes, otra investigación del equipo de periodistas encabezados por Carlos Loret de Mola, evidenciaron con pruebas documentales el tráfico de influencias por parte de “Andy” como le conocen para que estos contratos queden en manos de sus amigos. El nuevo escándalo una vez más fue minimizado por el presidente, quien desde el foro de la mañanera, descalificó los señalamientos hacia su hijo y giró el reflector hacia el reconocido periodista a quien calificó de corrupto. Loret de Mola reviró que a diferencia de los hijos de López Obrador, él si puede comprobar que vive de su trabajo. Y aquí es necesario aclarar que el periodista no genera perjuicio alguno al gobierno para ser señalado como corrupto; pero el tráfico de influencias por parte de un hijo del presidente sí es un ilícito, más cuando se simulan licitaciones para asignar contratos a sus amigos. En esta ocasión, además de tratar de desviar la atención sobre los actos de corrupción que involucran a uno de sus hijos, el presidente López Obrador fue más allá y abiertamente anunció que buscará la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Ha sido a través de solicitudes de información pública realizadas ante el INAI como se han revelado actos de corrupción del gobierno, no solo de la presente administración, sino también de anteriores. La rendición de cuentas y transparencia es la que incomoda y molesta al presidente López Obrador porque a través de este instrumento se le ha caído la máscara de férreo combatiente contra la corrupción y revelado que la misma está enquistada en su familia. Contrario al discurso presidencial, este gobierno no solo no combate la corrupción, la deja pasar, y cuando se descubren irregularidades como el escándalo de corrupción en Seguridad Alimentaria de México (SEGALMEX) y en otras dependencias de su gobierno, sale y minimiza, apaga los fuegos con el discurso desgastado de que los corruptos pueden estar en todas partes, menos en su familia. Al gobierno de López Obrador le molesta la transparencia, la rendición de cuentas, por eso quiere desaparecer a los órganos garantes para que las y los mexicanos conozcan cómo se gastan los recursos públicos. El gobierno de López Obrador es en síntesis, un gobierno opaco. |